“Mapeos participativos para una Amazonía sostenible” avanza en Bolivia, Colombia y Guatemala, uniendo diálogo de saberes y tecnologías libres para fortalecer la autonomía territorial de comunidades indígenas en la Amazonía y Mesoamérica.
English version
El Equipo Humanitario de OpenStreetMap (HOT), en colaboración con la Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia (UMSA), la Universidad Autónoma Latinoamericana de Colombia (UNAULA) a través de su Centro de Estudios con Poblaciones, Movilizaciones y Territorios-POMOTE y la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, y en coordinación con el Cabildo Wairari Atun Sacha, en Colombia, Cofradía Ancestral San José Poaquil, en uno de los grandes bosques de Mesoamérica en Guatemala, el Consejo Indígena de de la Gran Nación Pueblo Tacana, la Comunidad Indígena Mosetenes en Bolivia, en la región Andino Amazónica, y la participación del Colectivo Liberarnos o Extinguirnos como un actor articulador de agendas y campañas comunicativas por la preservación de la Amazonía, se articulan en la realización del proyecto Mapeos participativos para una Amazonía Sostenible. Este trabajo se realiza con una subvención del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI) a través del Fondo Semilla, Bosques Tropicales en las Américas: Enfoques Transdisciplinarios para Transformaciones Ambientales, SG-TF020-2024.
Karla Picado, Project Manager del proyecto comparte que el proyecto busca fortalecer el mapeo participativo en comunidades indígenas del Sur de La Paz, Bolivia, el Altiplano de Guatemala y la región Andina-Amazónica de Colombia, usando herramientas cartográficas libres para conservar la biodiversidad, gestionar bosques y adaptarse al cambio climático. En mayo iniciaron las actividades de campo como parte de ciclos formativos que incluyen el uso de drones y geotecnologías. Además, se promueve un diálogo de saberes para identificar conflictos socioambientales y estrategias locales de protección.
En Bolivia, el equipo de la UMSA eligió trabajar con la comunidad de Sapecho, ubicada dentro de la Gran Nación Tacana, en el municipio de Palos Blancos, provincia de Sud Yungas, en el departamento de La Paz. La decisión se basó en su cercanía con la estación experimental de la universidad, lo que facilita el acompañamiento técnico y logístico. Esta región se caracteriza por su gran diversidad natural, que incluye bosques tropicales y serranías, así como por una rica herencia cultural conformada por comunidades indígenas e interculturales que habitan el territorio.
La comunidad de Sapecho está compuesta en su mayoría por personas del pueblo Tacana. Por ello, para esta primera actividad, fue el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA) quien designó a las y los miembros de la comunidad que participarían en el taller. Como parte del enfoque interdisciplinario y colaborativo del proyecto, también se integró a los guardaparques de la región y a los bomberos de La Paz, quienes habitualmente atienden los incendios forestales en los alrededores de Sapecho, reconociendo así el valor del trabajo articulado entre distintos actores para la gestión del territorio.
El taller, diseñado y facilitado por HOT y la UMSA, se desarrolló bajo un enfoque participativo, interdisciplinario y práctico. Combinó sesiones teóricas, actividades de campo y espacios de diálogo comunitario. La metodología buscó articular el conocimiento tecnológico, como el uso de drones a través de Drone Tasking Manager, OpenStreetMap y Chat Map, con los saberes locales, con el objetivo de empoderar a las y los participantes y generar datos útiles para la prevención de incendios y la gestión integral del territorio.
La Ingeniera Patricia Llanos, responsable del proyecto en Bolivia y quien lideró las actividades de campo en Sapecho, destacó que este primer taller marcó el inicio de un trabajo profundo y transformador. Según explica, la experiencia permitió capturar la relación que las comunidades tienen con su entorno y sentar las bases para una colaboración duradera:
A través de las vivencias compartidas por las comunidades locales, habitantes de la región y estudiantes de la estación experimental de Sapecho, se logró capturar la esencia de su relación con el territorio. Queremos plasmar estas experiencias en mapas que reflejen una realidad rica y diversa. La transformación de estos datos en información valiosa para la prevención de riesgos, la planificación espacial y la conservación ambiental se presenta como un desafío crucial que queremos acompañar.
Patricia describe que en este primer trabajo de campo también evidenció un alto compromiso por parte de los participantes, y refuerza la idea de que un futuro sostenible para la Amazonía debe construirse con base en el conocimiento local y la colaboración interinstitucional.
Emilio Mariscal, Gerente de Ingeniería de Software de HOT, y que participó de la salida de campo, resalta que la actividad en Bolivia fue más que una prueba de herramientas: fue un verdadero intercambio de saberes. Subraya que el desarrollo tecnológico con impacto no puede hacerse en aislamiento ni sólo desde la pantalla. En sus palabras:
Aprender sobre sistemas de información geoespacial no es algo que esté en los planes de personas con distintas profesiones y ocupaciones, mucho menos cuando tienen como prioridad proteger sus casas, sus bosques y sus vidas. Estoy convencido de que necesitamos crear soluciones mucho más fáciles de usar.
Durante el taller en Sapecho, Emilio presentó ChatMap, una herramienta de mapeo que funciona desde plataformas de mensajería como WhatsApp, Telegram o Signal. Poco después, desde Argentina, siguió la transmisión del webinar Mapeos Participativos para una Amazonía Sostenible y se encontró con una escena inesperada: un joven indígena boliviano compartió cómo había aprendido a usar ChatMap durante el taller y sus planes para mapear la minería ilegal en su comunidad.
Este tipo de caso de uso, al que yo llamo orgánico —porque nadie impulsó ni forzó el uso del software, simplemente alguien lo encontró útil y lo adoptó— me resulta interesantísimo.
Ver en pantalla completa
En Colombia, el equipo de UNAULA, en coordinación con personal de HOT, se desplazó al Cabildo Wairari Atún Sacha, ubicado en el municipio de Santa Rosa, departamento del Cauca, región andino-amazónica Colombiana. Esta comunidad pertenece al pueblo Inga, y su casa cabildo —centro de organización política y cultural— se encuentra en la vereda La Tarabita. El Cabildo Guairaría Atún Sacha se consolidó como una respuesta organizativa ante las diversas problemáticas del municipio, donde previamente no existía representación indígena en la cabecera municipal.
La vereda La Tarabita se caracteriza por su notable diversidad ecológica y cultural. En ella confluyen ecosistemas de montaña andina, relictos de bosque húmedo y cuencas hidrográficas fundamentales para la vida comunitaria. Es un territorio marcado por tensiones históricas y actuales entre economías extractivas, intereses geopolíticos, procesos de resistencia indígena y formas de vida centradas en el cuidado del territorio.
Durante la jornada intensiva de formación en mapeo participativo, se integró una amplia variedad de herramientas tecnológicas pensadas desde una lógica comunitaria para facilitar la recolección, organización y visualización de información territorial. Entre ellas se incluyeron el uso de drones para la generación de ortofotos, OpenStreetMap, Mapillary, OSMTracker, OsmAnd, Tasking Manager, ChatMap y QGIS.
Leonardo Jiménez García, director del Centro de Estudios POMOTE de la UNAULA, compartió que la jornada en Santa Rosa fue mucho más que un ejercicio técnico. Desde su perspectiva, el taller representó una experiencia transformadora tanto para el equipo facilitador como para la comunidad:
La primera visita al territorio del Cabildo Wairari Atún Sacha desbordó cualquier expectativa. Allí, el mapa dejó de ser un instrumento de medición para convertirse en una herramienta de diálogo y afirmación identitaria. Escuchar las voces de las autoridades del cabildo, caminar los senderos que guardan la memoria de los abuelos y sentir el pulso del territorio en cada punto de referencia compartido por la comunidad, nos permitió comprender que el mapeo no es una técnica neutral, sino una forma de posicionamiento político y afectivo frente al territorio.
Uno de los aprendizajes más valiosos, señala Leonardo, fue constatar cómo las herramientas de mapeo, cuando son apropiadas por la comunidad, se transforman en dispositivos de poder para la defensa de la vida, la memoria y la autonomía. El entusiasmo con el que jóvenes del cabildo exploraron el uso del GPS, mapas base y aplicaciones móviles no fue una respuesta a tendencias externas, sino una apuesta consciente por el fortalecimiento territorial.
Un proyecto de mapeo en la Amazonía no puede desligarse de las luchas históricas por la autodeterminación de los pueblos indígenas, ni de las tensiones que atraviesan sus territorios. Lo que se puso en juego en esta visita fue mucho más que una cartografía: fue la posibilidad de construir un conocimiento situado, con raíces, con afecto, con dignidad.
Para él, esta experiencia marcó el inicio de una conversación profunda y necesaria sobre sostenibilidad territorial, construida no desde el extractivismo de datos, sino desde la reciprocidad de saberes.
Juan Melo, parte del equipo de HOT, recuerda cómo durante los primeros días del taller realizaron vuelos automatizados con dron en las cercanías del cabildo. Las y los participantes, aunque al inicio mostraban cierta cautela, fueron poco a poco perdiendo el miedo a las nuevas tecnologías y se mostraron cada vez más curiosos y receptivos.
El cuarto día organizamos una minca de la palabra. Compartimos con ellas y ellos lo que habíamos hecho, les mostramos imágenes y videos del territorio visto desde el dron, y conversamos sobre la importancia de cuidar y defender ese espacio que tanto significa para todos. Fue un momento íntimo, reflexivo y poderoso. Algunas personas, al ver su territorio desde el aire por primera vez, se emocionaron profundamente.
Para el quinto día, el grupo ya no era el mismo. La familiaridad con la herramienta y el proceso era evidente: los y las participantes pilotaban los drones con seguridad, comprendían la lógica del mapeo y sabían con claridad por qué lo estaban haciendo. La curva de aprendizaje había sido superada con convicción y entrega.
Los resultados técnicos del ejercicio no tardaron en materializarse: se generó la primera Ortofoto disponible en código libre del territorio de influencia del Cabildo disponible en OpenAerialMap, y las imágenes tomadas desde tierra fueron cargadas en Mapillary. Sin embargo, para Juan, lo más importante no fueron los productos, sino el proceso:
Lo que queda es una experiencia viva, un ejercicio que fortaleció el vínculo entre la tecnología y el territorio, entre el conocimiento técnico y el saber ancestral.
Entre 2022 y 2024, las autoridades ancestrales de San José Poaquil, en Guatemala, desarrollaron junto a HOT el proyecto Open Cities, una iniciativa orientada a fortalecer la conservación del bosque comunal a través del mapeo participativo y el uso de tecnologías abiertas. En una región marcada por la lucha por el territorio, la alcaldía indígena y la cofradía ancestral lograron recuperar legalmente la administración de sus tierras y comenzaron un proceso de restauración y vigilancia comunitaria.
Desde el inicio, jóvenes de la comunidad ya utilizaban drones para monitorear zonas críticas del bosque. “Nos dimos cuenta de la gran capacidad que tienen los jóvenes de estas comunidades para apropiarse de estas tecnologías y construir cosas”, relata Carlos A. Duarte, quien lideró técnicamente el proyecto. Gracias al esfuerzo colectivo, San José Poaquil pasó de ser un punto vacío en OpenStreetMap a un territorio casi completamente mapeado, incluyendo caminos, edificaciones y tierras comunales. Esta información no solo sirvió para formular un plan de manejo forestal, sino que abrió nuevas posibilidades para la planificación territorial, la gestión comunitaria y el acceso a fondos públicos.
La experiencia también transformó a quienes participaron.* “Estas tierras comunales nos dan maíz, café, leña. Son parte de nuestra historia”, explica Carlos Ovalle, joven representante de la Cofradía Ancestral de San José Poaquil. “Ser parte de este esfuerzo es una responsabilidad y una forma de cuidar lo que es nuestro.” *A través del mapeo y la organización, la comunidad logró integrar saberes ancestrales y herramientas digitales para fortalecer su autonomía frente a amenazas como la tala ilegal o la expansión agrícola.
Hoy, los aprendizajes de Open Cities nutren el proyecto Mapeos participativos para una Amazonía sostenible. Esta nueva etapa busca reactivar el uso estratégico de los datos generados, fortalecer a la comunidad joven de San José Poaquil y replicar el modelo en otros territorios indígenas de la región.* “No solo se trata de poner los datos ahí”, concluye Duarte, “sino de enseñar cómo pueden usarse para hacer cosas nuevas.”*
En el caso de San José Poaquil, las actividades en campo se han concentrado en la construcción de un diálogo respetuoso con las dos organizaciones indígenas ancestrales encargadas de la gestión de los bosques comunales de la Cofradía Ancestral, para la orientación estratégica del proyecto. Con la nueva etapa, el enfoque fundamental es lograr consolidar una comunidad de práctica sólida, intergeneracional y comprometida con el manejo responsable del territorio y la gobernanza comunal del conocimiento.
A la luz de lo vivido en Bolivia y Colombia, Céline Jacquin, Gerente Sénior para Latinoamérica, considera que este proyecto marca un hito al combinar el mapeo participativo con un enfoque transdisciplinario. Pero más allá de su valor metodológico, destaca su potencia práctica y su visión de largo plazo para los territorios amazónicos:
Su gran valor está en que puede replicarse fácilmente en otros contextos. Al integrar tecnologías libres —como el planificador de vuelo de drones (DroneTaskingManager), ChatMap u OpenStreetMap— con los saberes y prácticas de las comunidades indígenas, se generan herramientas concretas para fortalecer su autonomía territorial, prevenir conflictos socioambientales, incidir políticamente y acceder a apoyos para su propio modelo de desarrollo.
Para Céline, los resultados en campo hablan por sí mismos. Lo visto en Sapecho y Santa Rosa demuestra que cuando las comunidades se apropian de estas herramientas, no solo protegen mejor sus territorios, sino que logran documentar amenazas —como la deforestación o la minería ilegal— con mayor rapidez, precisión y legitimidad.
Este tipo de mapeo no se queda en lo técnico; se convierte en una forma de vigilancia comunitaria y defensa activa del territorio.
Desde su experiencia, apoyar iniciativas como esta implica apostar por soluciones sostenibles, replicables y profundamente arraigadas en las realidades locales. Cada mapa es una herramienta de acción; cada dato, una palanca para exigir políticas más justas; y cada comunidad capacitada, una voz más fuerte frente al cambio climático. La Amazonía necesita acciones concretas. Este es el momento de impulsar propuestas que mezclan innovación tecnológica, participación comunitaria y compromiso con el territorio.
Conocer más de este proyecto en: