¿Cuáles son los impactos del plástico en la salud? » Yale Climate Connections

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Iba de un paciente a otro, cargando mi botella reutilizable de agua de una sala a otra para mantenerme hidratada.

“No deberías beber de esa botella de plástico estando embarazada —me advirtió con amabilidad una trabajadora social, abuela de cinco nietos”.

Sonreí y la tranquilicé:
“Ya lo revisé: no contiene BPA”.

Era mi primer embarazo, hace más de 13 años. En ese entonces, en cuanto a los plásticos y la salud, lo único que sabía era que debía evitar el BPA (bisfenol A), un disruptor hormonal. Y eso era básicamente todo.

Pensaba en el plástico como un problema de contaminación, no como un riesgo para la salud.

Pero en las últimas décadas, los investigadores han descubierto no solo el alcance de nuestra exposición al plástico, sino también la alarmante profundidad de su posible daño. Estos daños no provienen únicamente de la explosión masiva de microfragmentos diminutos en nuestro entorno, sino también de los aditivos químicos y contaminantes que transportan los plásticos.

¿Por qué el plástico es una preocupación de salud ahora?

La producción de plástico ha aumentado 230 veces desde la década de 1950, y se proyecta que se triplicará para el año 2060. Más de la mitad de todo el plástico producido en la historia se ha fabricado desde 2002.

Gran parte de este crecimiento está siendo impulsado por empresas de combustibles fósiles.

“Están redirigiendo deliberadamente su inversión, alejándose de la producción de gasolina para enfocarse en la producción de plásticos y petroquímicos”, explica Philip Landrigan, pediatra y director del Programa de Salud Pública Global y Bien Común en Boston College.

Este auge del plástico implica que las emisiones de dióxido de carbono derivadas de su producción aumentarán un 34 % entre 2015 y 2030. También significa que no queda ningún rincón del planeta libre de contaminación plástic.

Se han encontrado partículas microscópicas de plástico en cada rincón del medio ambiente, desde las cimas del Monte Everest hasta las profundidades de la Fosa de las Marianas. Y el cuerpo humano no es la excepción. Los científicos han detectado partículas plásticas en casi todas las partes del cuerpo humano: en los pulmones, el hígado, los riñones, la sangre, la leche materna, la placenta, el colon, el bazo, el cerebro e incluso en órganos reproductivos como los testículos y los ovarios.

Las evidencias emergentes sobre sus impactos —que van desde inflamación hasta estrés oxidativo— sugieren que la exposición al plástico podría estar alimentando la creciente ola de enfermedades crónicas.

¿Qué es el plástico?

Todo plástico tiene dos componentes principales:

El primero es un polímero: una cadena larga y parecida a espaguetis, compuesta por moléculas de carbono que se repiten. Más del 98% de esta base de carbono proviene de subproductos del petróleo, el gas y el carbón —los mismos combustibles fósiles que calientan el planeta cuando los quemamos.

El segundo componente es una mezcla de productos químicos que se añaden para dar al plástico diferentes propiedades como flexibilidad, estabilidad o color. Se utilizan más de 16,000 tipos de aditivos químicos para diseñar la enorme variedad de productos plásticos. Estos aditivos pueden filtrarse al medio ambiente con el tiempo. Algunos de estos químicos son tóxicos, y la mayoría está muy mal regulada.

“Menos del 20% ha sido evaluado por su toxicidad”, dice Landrigan.

Producción de plástico en cifras:

  • Se han producido 8.3 mil millones de toneladas de plástico desde 1950.
  • Más de la mitad de todo el plástico en la historia se fabricó después de 2002.
  • Se estima que el uso de plástico casi se triplicará para 2060, alcanzando 1,231 megatoneladas (una megatonelada = 1 millón de toneladas).
  • Los plásticos de un solo uso representan entre el 35% y 40% de la producción actual y están en rápido crecimiento.
  • La tasa global de reciclaje de plástico es apenas del 9% (en EE. UU., solo entre 5% y 6%), en comparación con el vidrio (~75%), el papel (~70%) y el aluminio (~65%).

Fuente: Comisión Minderoo-Mónaco sobre Plásticos y Salud Humana

La combinación entre el aumento de los plásticos de un solo uso y las tasas miserables de reciclaje significa que la mayoría del plástico producido está destinado, principalmente, a contaminar el planeta… y nuestros cuerpos.

Cómo entran los microplásticos y aditivos químicos en nuestro cuerpo

Los comemos. Los bebemos. Los inhalamos.

Incluso los fetos pueden estar expuestos a través de la sangre que atraviesa la placenta.

Y eso se debe a que el plástico tiene un problema de desprendimiento.

Cada vez que usamos, calentamos, lavamos o manipulamos plástico, diminutas partículas y químicos se liberan en el aire, la comida y el agua que nos rodean.

Con el tiempo, pequeños fragmentos del plástico que contamina nuestro entorno —juguetes, botellas, bolsas, empaques de alimentos, ropa de poliéster— se desprenden. Estos fragmentos continúan descomponiéndose en partículas cada vez más pequeñas. Cuando el plástico se calienta —ya sea al sol, en el microondas o en el lavavajillas—, libera aún más partículas.

Los microplásticos son fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros de longitud —aproximadamente el tamaño de la goma de borrar de un lápiz—, mientras que los nanoplásticos son aún más pequeños: miden menos de una micra y son invisibles al ojo humano.

Estas partículas están por todas partes en nuestros hogares: en el aire interior, el polvo doméstico, el agua embotellada, el agua del grifo, la carne, la sal, las frutas, las verduras, los mariscos, la leche materna y hasta la fórmula para bebés.

Los aditivos químicos que se utilizan en los plásticos también pueden filtrarse en nuestros alimentos y bebidas, atravesar nuestra piel y liberarse desde los microplásticos a medida que se degradan. Los más conocidos entre estos aditivos tóxicos son:

  • Bisfenol A (BPA), que se añade para hacer los plásticos más duros;
  • Ftalatos, que se usan para hacerlos más flexibles;
  • PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), conocidas como “químicos eternos” por su persistencia en el medio ambiente, y que se agregan para hacer que los plásticos resistan el calor, el aceite y las manchas.

¿Qué hacen los microplásticos en el cuerpo humano?

Lo que ocurre exactamente con los microplásticos y nanoplásticos una vez que ingresan a nuestro cuerpo aún no se comprende del todo. Mucho depende del tamaño, la forma y la composición química de las partículas. Por ahora, su destino a largo plazo y los riesgos que representan para la salud humana son objeto de estudio científico activo.

Las partículas de plástico que entran por la boca generalmente atraviesan el sistema digestivo y se eliminan a través de las heces. Sin embargo, las más pequeñas pueden acumularse en el revestimiento del intestino o incluso migrar hacia el torrente sanguíneo. Desde ahí, estas diminutas partículas pueden llegar a órganos como el hígado, los riñones o el cerebro. Algunas de ellas eventualmente son expulsadas por la orina o la bilis, pero otras pueden acumularse en nuestros órganos.

Cuando inhalamos fibras plásticas, los fragmentos más grandes quedan atrapados en las vías respiratorias superiores, como la nariz o la garganta, y pueden ser expulsados al exhalar. Pero las partículas más pequeñas pueden llegar a las zonas más profundas de los pulmones, donde algunas incluso logran atravesar hacia el torrente sanguíneo.

Pero la pregunta persiste: ¿Estas partículas de plástico dañan nuestra salud?

Estamos comenzando a reunir datos de una variedad de fuentes.

“Donde sea que encontremos plásticos —en cultivos celulares, experimentos in vitro, estudios con animales—, siempre hay un problema”, dice el Dr. Sanjay Rajagopalan, cardiólogo y director del Instituto de Investigación Cardiovascular en Case Western Reserve University. Los estudios sugieren que estas partículas, junto con los materiales tóxicos añadidos o adheridos a ellas, provocan inflamación, muerte celular y daño en tejidos. En hallazgos de laboratorio y modelos animales, los microplásticos y los químicos peligrosos que transportan han dañado las barreras intestinales y pulmonares, interferido con la regulación hormonal y perjudicado las células reproductivas, como espermatozoides y óvulos.

En un análisis reciente de estudios en humanos y animales, investigadores revisaron la evidencia de riesgos para la salud en tres sistemas principales del cuerpo: digestivo, reproductivo y respiratorio. La evidencia más sólida vinculó los microplásticos con una calidad reducida del esperma y una inmunidad intestinal debilitada. También hubo evidencia moderada que sugiere daño a las hormonas reproductivas femeninas, inflamación intestinal y función pulmonar deteriorada. Los hallazgos también respaldaron una posible relación con cáncer de colon y de pulmón, aunque se necesita más investigación al respecto.

El principio de precaución y los plásticos

Dada la creciente evidencia de daño, los expertos destacan la importancia del principio de precaución: aunque siempre será necesario realizar más estudios para comprender exactamente cómo se ve afectado cada sistema del cuerpo, ya existe suficiente información para reconocer que los plásticos son peligrosos para nuestra salud. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres embarazadas, los bebés y los niños pequeños, quienes podrían ser los más vulnerables. Cuando la exposición a sustancias peligrosas ocurre durante ventanas críticas de desarrollo, el daño puede tener repercusiones para toda la vida.

Se han encontrado microplásticos en placentas y en el meconio (la primera evacuación del bebé tras el nacimiento), lo cual sugiere que los plásticos han llegado a la circulación y al sistema digestivo de los bebés antes de nacer. Las exposiciones tempranas a microplásticos y aditivos tóxicos como el BPA y los ftalatos pueden aumentar el riesgo a largo plazo de obesidad, autismo y TDAH, alterando para siempre el curso de vida de un niño y su familia.

“La investigación sobre microplásticos está en una etapa muy temprana, pero soy una firme creyente en el principio de precaución”, afirma Elizabeth Ryznar. “Nuestra exposición está creciendo exponencialmente. No queremos esperar 30 años por pruebas definitivas —para entonces ya será demasiado tarde y muchas personas habrán sido dañadas”.

A medida que la producción de plástico sigue aumentando, los peligros ambientales, climáticos y de salud se vuelven cada vez más graves.

Aunque los individuos pueden modificar su comportamiento para reducir su riesgo personal y disminuir la demanda de estos productos peligrosos, no bastan las decisiones individuales para enfrentar los riesgos globales para la salud.

Hay buenas noticias: más de 100 países han implementado algún tipo de prohibición sobre los plásticos de un solo uso. La mayoría de estas medidas se centran en las bolsas plásticas, pero algunos países también han prohibido productos como popotes (sorbetos) y cubiertos.

Landrigan también señala que hay acciones más coordinadas a nivel global.

“Más de 100 países están trabajando para impulsar un Tratado Global sobre los Plásticos que incluya un límite a la producción de plásticos y transparencia sobre los químicos que contienen. Ese es el camino que debemos seguir.”

Algunas acciones sencillas que puedes aplicar en casa:

  • Evita calentar alimentos en recipientes plásticos en el microondas.
  • Bebe en botellas de vidrio o acero inoxidable en lugar de plástico.
  • Elige alimentos frescos o congelados en lugar de procesados y envasados.
  • Escoge productos de cuidado personal sin microperlas, ftalatos ni parabenos.
  • Exige a tus representantes políticos que tomen medidas.

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